Bienvenidos rondadores de las sombras de nuestros sueños.

Seguro que en este momento os estáis preguntando la finalidad de esta página.

Es sencillo, somos un grupo de soñadores que desean entretener al lector con sus historias y compartir sus mundos imaginarios con aquellos que deseen pasar un rato disfrutando de aventuras escritas por nosotros mismos.

Con la finalidad de pasarlo bien, os invitamos a que os adentréis a "Origen de la Realidad" y espero que nuestras historias te enganchen y nos veamos a menudo. Se bienvenido.

sábado, 28 de julio de 2012

La Compresión de Realidades-Cap.14: No puedo prometer nada.


Todos los supervivientes se habían asentado en uno de los cuatro rascacielos más altos de la ciudad. Aunque eran bastantes, unos trescientos, no eran muchos comparados con los diez millones de habitantes que tenía esa ciudad en su momento. La Compresión realmente había sido horrible para la Tierra, seguramente porque, a diferencia de Ragnar que está preparada para contener magia y asimilarla, la primera carecía de capacidad para asimilar grandes cantidades de poder. Al menos esa era la teoría de Lust.

Se encontraba en la planta 23 que habían habilitado como enfermería y la tenían como sanadora al saber de su magia. Bueno, más bien fue Sanae quien se lo encomendó. No terminaba de hacerle gracia encontrarse con ella, pues desde que llegaran a la ciudad Albel no la había hecho ni caso. Bueno, ahora lo importante era sanar a los heridos. No podrían irse hasta que no volvieran Rack, Neil, Dorian y Sephirken así que más valía mantenerse ocupada. Puede que cuando acabara le pidiera a Sorthen que empezara a adiestrarla.


El mago centenario por su parte estaba ayudando a montar una barrera mágica alrededor del edificio para que no pudieran atravesarla aquellos que no fueran humanos. Ese tipo de hechizo de reconocimiento en una barrera era muy sofisticado y le llevaría algo de tiempo prepararlo. De todos modos también preparó un hechizo de aviso como el de su casa para saber cuándo llegarían los demás compañeros y permitirles el paso.

Por último, Albel se encontraba en la planta más alta donde aquellos que habían decidido proteger a los supervivientes y supervisados por Sanae habían establecido su base de operaciones. Eran cosa de veinte, la mayoría civiles que no querían quedarse quietos ante la situación o que por su forma física les habían arrastrado a formar parte de este grupo, luego también había un par de ex – policías y un militar. Sanae y Albel se estaban poniendo al día.

-¿Por qué te marchaste?- preguntó la joven.

-Porque ya no podía aprender más de Víctor. Además, Rack prometió ayudarme a encontrar lo que estoy buscando.

-Sabes perfectamente que Víctor es de los hombres más poderosos del mundo. No seas arrogante Albel, no has aprendido ni la mitad de lo que él quería enseñarte.

Albel pensó en su antiguo maestro. Temblaba ante la idea de que esos ojos azul celeste le desarmaran con una simple mirada. Podía ver claramente a su mentor con su melena negra cayéndole por los hombros, mientras tomaba su taza de té y pensaba en los castigos más horribles para el joven fugitivo. No importaba lo fuerte que se hubiera vuelto Albel, jamás conseguiría superar a su maestro y lo sabía. Del mismo modo que sabía que no podría volver a abandonar al hombre que le había criado y convertido en el guerrero que es hoy. Ya le costó demasiado irse la primera vez.

 -¿Y por qué no me llevaste contigo? ¿Y a Rukio? No sabes lo cabreado que está. No ha parado de seguir haciendo trabajos con los Cazadores para encontrarte y darte una paliza.- También podía vislumbrar a su hermano de cabello rizado, enmarañado y negro. Su expresión de hombre adulto en un rostro de niño aparecía en la mente de Albel como si le tuviera delante. Siempre practicaban juntos y nunca hubo un vencedor en sus peleas. Echaba de menos esos tiempos.- Sé que no somos hermanos de sangre ninguno de los tres y que Víctor no es nuestro padre biológico, pero somos una familia. 

Deberías contar con nosotros cuando nos necesites.

-Lo siento Sanae, no quería involucraros en esto. Sólo buscaba mi pasado y no teníais por qué correr peligro por mí.- dijo Albel mientras agarraba la mano de la joven a la vez que ella le acariciaba el rostro con la otra.

-Te lo he dicho, somos una familia. Tus asuntos, son los nuestros también.

-Gracias pequeña…

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Lust terminó su trabajo en la enfermería y se fue directa a buscar a Sorthen, quizá ya hubiera acabado con su trabajo. Descendió a la planta baja donde el mago estaba preparando las barreras mágicas para proteger el edificio. El enorme vestíbulo estaba vacío, así lo había pedido el mago para que le dejaran trabajar en condiciones. Se encontraba sentado en el mostrador de información, o lo que quedaba de él, tomando una taza de la bebida que solía tomar.

-No sé por qué, pero me da la sensación de que sabe fatal.-dijo Lust sonriendo.

-Tienes razón, es horrible. Pero sin esto no duraría dos días-respondió el mago mientras daba otro sorbo. Lust se sentó a su lado.

-¿Y eso?

-Estoy enfermo y esta medicina me permite vivir un poco más.

-¿Qué te pasó?- el mago se quedó bebiendo mirando al vacío. Estaba claro que este tema no era de su agrado y a pesar de que la curiosidad era más grande que el sentimiento de culpa, Lust se disculpó por meterse donde no debía.

-No es necesario que te disculpes, sólo me han asaltado los recuerdos del pasado. Por desgracia las memorias se almacenan en la misma región del cerebro que los hechizos, por eso no me he atrevido a manipularlas. Pero aprendí una lección de esto: nunca le des la espalda a nadie, ni siquiera si le amas.- una sonrisa amarga asomó a su rostro mientras miraba los curiosos ojos rojos de Lust.

-¿Te traicionaron, entonces?

-¿Qué tal si nos ponemos con el entrenamiento?- cambió de tema rápidamente.-Empecemos por un combate amistoso, a ver qué sabes hacer con tu magia. Y ni se te ocurra ser blanda conmigo.

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-De modo, que Rukio y tú estáis llevando a los supervivientes a Aquaria.- dijo Albel.

-¿Qué mejor lugar que la ciudad de la Magia?-respondió Sanae.

Albel había estado allí antes. La gran ciudad sumergida en el mar, protegida por una cúpula y donde se hallaban las mentes más brillantes del momento apareció en su memoria. Aún recordaba los buenos momentos que pasó en el mercado de la ciudad con Rukio y Sanae y la de cosas que aprendió. Realmente, era de los lugares más seguros para llevar a los supervivientes de la Compresión.
-¿Vosotros que vais a hacer ahora?- quiso saber la joven.

-Nos dirigimos al monte Sunleth, el asentamiento central de los Enanos. Sabemos que un gran número de Demonios se dirige hacia allí. Los están reuniendo de nuevo.-Albel bajó la mirada.

-¿Los objetos del Sello?- una expresión de terror apareció en el rostro de Sanae. -¿Están locos?

-No sé cuál es exactamente su objetivo pero Skeith está implicado, de modo que debo detenerle.- Albel ocultaba un motivo algo más oscuro que para su hermana no pasó desapercibido.

-Albel, los dos sabemos que tu intención no es detenerle. Quieres vengarte y aunque lo consiguieras saldrías perdiendo igualmente.

-¿A qué te refieres?

-Víctor me dijo que el control que tienes de la Bestia varía según tus sentimientos. Si le matas lleno de odio y rencor, tomará el control…¿es eso lo que quieres?- le cogió de la mano.- Por favor, prométeme que te controlarás cuando te enfrentes a él.

Lo había notado. Rackzel le enseñó a controlar a la Bestia (así le apodó él mismo) pero sólo durante un breve periodo de tiempo. Aún así, de vez en cuando le acosaba en sueños. Su mirada carmesí estaba cada vez más cerca, lo sabía pero la sensación de poder que le transmitía era como una droga que le atraía y a la vez le aterraba, pues gracias a la Bestia, había cometido los mayores crímenes.

-Sólo puedo prometerte que no saldrá de Sunleth…

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