Todas las miras seguían apuntando al grupo. Rackzel y Albel ya tenían experiencia con armas de fuego y sabían que ellos, incluso Neil, podrían sobrevivir a unos cuantos disparos pero el resto era otro asunto.
-No deberíamos montar follón Albel.-dijo Rackzel.
-Lo sé, lo sé. Maldita sea.- maldijo Albel. De pronto una figura se asomó desde uno de los edificios.
-No disparéis. Yo me encargo del tipejo de la katana.- era una voz de mujer. Tenía una capa de color granate como el resto de los hombres con armas que les rodeaban, pero tenía puesta la capucha así que no se veían sus rasgos. Saltó desde el edificio y sacó una pistola blanca. Tenía pinta de ser un revólver pero a la vez no lo era. Neil no podría decir qué era exactamente esa arma.-Me apetece un poco de ejercicio.- dijo sonriendo- y tú vas a ser mi sparring.