Bienvenidos rondadores de las sombras de nuestros sueños.

Seguro que en este momento os estáis preguntando la finalidad de esta página.

Es sencillo, somos un grupo de soñadores que desean entretener al lector con sus historias y compartir sus mundos imaginarios con aquellos que deseen pasar un rato disfrutando de aventuras escritas por nosotros mismos.

Con la finalidad de pasarlo bien, os invitamos a que os adentréis a "Origen de la Realidad" y espero que nuestras historias te enganchen y nos veamos a menudo. Se bienvenido.

sábado, 29 de octubre de 2011

La Compresión de Realidades-Cap.13:Zack e Irieth. Recuerdos del pasado.

Todas las miras seguían apuntando al grupo. Rackzel y Albel ya tenían experiencia con armas de fuego y sabían que ellos, incluso Neil, podrían sobrevivir a unos cuantos disparos pero el resto era otro asunto.

-No deberíamos montar follón Albel.-dijo Rackzel.

-Lo sé, lo sé. Maldita sea.- maldijo Albel. De pronto una figura se asomó desde uno de los edificios.

-No disparéis. Yo me encargo del tipejo de la katana.- era una voz de mujer. Tenía una capa de color granate como el resto de los hombres con armas que les rodeaban, pero tenía puesta la capucha así que no se veían sus rasgos. Saltó desde el edificio y sacó una pistola blanca. Tenía pinta de ser un revólver pero a la vez no lo era. Neil no podría decir qué era exactamente esa arma.-Me apetece un poco de ejercicio.- dijo sonriendo- y tú vas a ser mi sparring.

Albel salió del círculo. Creía reconocer a esa mujer, y si estaba en lo cierto y era quien pensaba, no le haría daño. Se puso en guardia. La mujer se abalanzó sobre Albel a gran velocidad y curiosamente embistió con el revólver hacia la cara del Demonio, que se hizo a un lado y atacó con la espada. La mujer pudo recuperarse a tiempo y esquivar la estocada saltando por encima del espadachín y disparando a la vez. Albel consiguió parar las balas a duras penas. La mujer volvió a embestir contra él, pero esta vez se quedó quieto, esperando su ataque. Cuando estuvo cerca se movió rápidamente metiéndose en su guardia y colocando el filo de su espada en el cuello de la mujer, sin embargo el combate quedó en tablas, porque Albel también tenía un revólver a escasos centímetros de su cara.

-Has mejorado mucho Sanae.- la chica sonrió y abrazó a Albel.

-Cómo te he echado de menos.¿ Sabes lo preocupados que estábamos todos, imbécil?¿Cómo se te ocurre desaparecer dos años y encima despedirte sólo con una triste nota?- todos estaban anonadados. No entendían nada.

-¿Podrías ponernos al día?- preguntó Neil.

-Oh, perdonad.- se retiró la capucha, descubriendo a una joven que aparentaba unos veinte años, de cabellos negros recogidos en dos coletas, ojos verdes y con la sonrisa más preciosa que hubiera visto Neil. Se quedó sin palabras.- Soy Sanae, la hermana mayor de este tontaina.- Albel no pudo evitar reírse al ver la cara que habían puesto todos.

-¿Tanto os sorprende que tenga hermanos?- volvió a reírse.

-Por favor, no os quedéis ahí. Entrad, os daremos algo de comer y una cama que seguro que estáis cansados.

-En realidad acabamos de levantarnos pero…

-Tranquilo, disfruta de tu hermana un rato. Además tengo que llevarme a Neil a que vea algo.- dijo Rackzel.

-Pero quiero ver si mi familia y mis amigos están bien.-replicó Neil.

-¿Dime quiénes son? Conozco a todos los supervivientes que quedan por aquí.-le dijo Sanae.

-Mi madre es Nora y mis amigos se llaman Allan, Chris, Rass y Xardin.

-Lo siento, no hay nadie por aquí que responda a esos nombres.-Las esperanzas de Neil se marcharon tan rápido como llegaron. Si no estaban aquí, ¿dónde podrían estar? No era justo. Sanae se acercó y le levantó la cabeza suavemente sujetándolo por el mentón. Su mirada se cruzó con los hermosos ojos esmeraldas de la hermosa mujer, que le mostraba una sonrisa que consiguió ruborizarle.- Tranquilo, los encontrarás algún día. Jamás dejes de buscarles.

No sabía por qué pero se sentía mejor. La presencia de la chica le tranquilizaba. Intentó sonreír.

-Así me gusta.- dijo Sanae.

-Vamos Neil, no sé si lo que tengo que mostrarte te animará pero creo que debes verlo. No está lejos. Los demás descansad aquí, volveremos al atardecer.- dijo Rackzel. Todos asintieron. Dorian consideró que no hacía falta seguirles, si quisieran hacer algo a Neil podrían haber dejado que le dieran y sin embargo a Albel le ha faltado tiempo para interponerse entre él y el proyectil. Además ahora que se fijaba, conocía esa zona.

-Si me disculpáis, yo también tengo algo que hacer. Tampoco tardaré- dijo Dorian. Echó a correr a gran velocidad hasta que le perdieron de vista.

-Nosotros también nos vamos.- dijo Rackzel.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El Bosque de la Calma…

Este lugar era importante para demasiadas personas. Nadie sabe si por cosas del destino o cualquier jugarreta de un ser desconocido superior, pero en este bosque habían sucedido muchas cosas. Aquí se decidió la guerra de hace quinientos años, Rackzel lo recordaba como si fuera ayer. Cómo su amigo se sacrificó por salvar a toda la humanidad del gobierno de terror que Salamiel, Rey de los Demonios, quería desatar en los mundos. Pero esto no era todo. Aunque Neil no lo sabía, este bosque también era importante para él. Pasando a través de los frondosos árboles llegaron a una caverna.

-¿Es esto lo que querías enseñarme?- preguntó Neil.

-Lo que hay dentro.- se adentraron en la cueva. Llegaron a un gran habitáculo con pequeños manantiales de agua. Pero no eran manantiales de agua corriente, tenían un brillo místico, azul celeste.-Esta es la Caverna de los Recuerdos. Estos manantiales son los Manantiales de Memoria. Este líquido tiene la capacidad de guardar los recuerdos que se depositen en ellos. Podrías decir que son como cámaras que graban los recuerdos de la gente.

-¿Y qué tiene que ver esto conmigo?

-Aquí se guardan los recuerdos de unas personas de tu pasado. Sólo los que tienen la misma sangre que los que depositaron la suya al guardar sus recuerdos pueden verlo.- sacó un cuchillo.-Si me haces el favor, Neil.

-¿Qué quieres mostrarme exactamente?

-Que veas la lo último que querían decirte tus padres antes de… bueno, de que fallecieran. Tus verdaderos padres.

-Sigues con eso de mis verdaderos padres pero yo solo tengo diecisiete años, y según lo que dijiste ellos tendrían más de quinientos años si siguieran vivos. No puede ser.

-Entonces si echamos una gotita de tu sangre al agua no pasará nada. Además, ¿por qué no pueden haberte concebido hace diecisiete años aunque tengan más de quinientos? Venga, déjame tu dedo.- Neil extendió la mano y Rackzel le hizo un pequeño corte en el dedo índice. La sangre cayó al agua, haciéndola reaccionar. Empezó formándose un pequeño remolino de agua y de él surgieron dos figuras intangibles, como si de hologramas se trataran.

La imagen mostraba una pareja. El hombre era alto y parecía fuerte para tener quinientos años. Sus ojos eran carmesíes y su pelo blanco a media melena. La verdad es que le recordaba a alguien, pero ahora no caía en quien. La mujer por su parte era realmente hermosa, su pelo era negro como el azabache como el de Neil y muy largo, sus labios eran finísimos y sonrosados, una nariz pequeña, no había nada en ella que no fuera perfecto y sus ojos eran dorados…si, igual que los de Neil. Habría que estar ciego para no admitir el obvio parecido que había entre ellos dos.

-Neil, te presento a tus padres: Zack Sheridan e Irieth Conway.

Neil no supo qué responder. No tenía palabras para describir lo que sentía. ¿Tristeza, alegría, ira? Todo y nada a la vez, lo que no podía negar era que esas dos personas tenían que ser sus padres. La mujer comenzó a hablar:

-Hijos míos: No sé qué edad tendréis cuando veáis esto. A lo mejor ni siquiera llegáis a verlo jamás pero si lo estáis viendo es que nosotros no estamos y de verdad que lo sentimos. Sentimos no ser nosotros quienes os cuidemos, quienes os eduquemos, quienes os enseñemos a valeros por vosotros mismos, los que os queramos con todo nuestro corazón. Pero tened esto presente, siempre estaremos velando por vosotros. No importa que no estemos, jamás dejaremos que os pase nada.- la mujer empezó a llorar y se refugió en el pecho del hombre.

-Como supongo ya sabéis a estas alturas sois fruto del amor entre un Ángel y un Demonio. Eso no está permitido y por tanto hemos sido condenados. También os habrían matado a vosotros así que os ocultamos por separado, pero estoy seguro que algún día os reuniréis si no estáis juntos ya. Hijos míos, jamás os dejéis amedrentar por nadie, que no os intimiden ni os digan que sois peores por vuestra ascendencia. Sed fuertes, sois nuestros hijos al fin y al cabo.-el hombre también soltó una lágrima y sonrió.- Os queremos.

La imagen desapareció dejando tras de sí la tristeza y la duda.¿ Tenía un hermano?¿Dónde estaría? Neil lloró, era demasiado para él y difícil de asumir.

-Neil, sé que no debe ser fácil. Pero eres hijo de dos grandes guerreros y dos personas maravillosas. Debes ser fuerte por ellos que dieron su vida para darte a ti una. Además, os dejaron un regalo a tu hermano y a ti: sus armas. Acércate al manantial.- así lo hizo. En el fondo vio una enorme lanza de color plateado con runas doradas. Neil la sacó y se quedó admirándola.-Es una buena arma. Úsala bien.

-¿Y eso de que tengo un hermano?

-Por desgracia, está desaparecido. Pero debe haber estado aquí porque la espada de tu padre no está.

-Podría haberla cogido cualquiera.

-Sólo vosotros podéis empuñar esas armas, así que no creo.

-De modo que tengo un hermano Demonio por ahí fuera. ¿Y si está con el enemigo?

-Nos preocuparemos por ello en su momento. De momento deberías bautizar ese arma y volvamos con los demás.

-¿Acaso no es obvio? Esta lanza lleva el mismo nombre que su portadora: Irieth.

-Buen nombre.- dijo Rackzel sonriendo.- ¿Seguro que estás bien?

-La verdad es que sí… mejor de lo que esperaba. No es fácil de asumir así de primeras, pero… Siempre me había sentido diferente al resto, ni siquiera encontraba parecido con mis padres de la Tierra. Ahora lo entiendo todo. Siempre serán mis padres, al fin y al cabo me criaron pero me siento orgulloso de ser hijo de Zack e Irieth y portar el nombre de Neil Sheridan Conway.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
-Siento no haber venido en tanto tiempo pero no me atrevía a volver por aquí. Si no fuera por mis nuevos compañeros es posible que no hubiera vuelto.-el enorme Gamareth se encontraba frente a dos piedras que representaban dos tumbas. Ambas adornadas con flores del silencio, propias del Bosque de la Calma. Su brillo azulado hacía resplandecer los nombres grabados en las piedras.-Kyla, Reige… lo siento tanto.-Dorian comenzó a llorar arrodillado frente las tumbas de aquellos que quiso. Su tristeza no le impidió percibir que alguien le observaba, el olor le era familiar.

-Puedes salir elfo oscuro. No voy a morderte…al menos no ahora.- Sephirken apareció de entre los árboles como si nada.- ¿Qué haces aquí?

-No me gustan las grandes multitudes, como a ti. No quise espiarte. Fui a dar un paseo y me crucé contigo. ¿Puedo preguntar quiénes son?

-Mi mujer y mi hijo…

-No pareces tan mayor como para haber tenido familia.

-Comparado contigo seguro que soy un crío, pero rozo los cuarenta años.

-¿Qué les pasó?

-Yo…- a Dorian no le gustaba hablar del pasado. Nada podrá curar el dolor de la pérdida y lo hecho, hecho está. Sin embargo, necesitaba desahogarse y el elfo era el único que había por allí.- Yo los maté. Según el tipo de Gamareth, nos cuesta más o menos controlar nuestras transformaciones, sobre todo los que somos carnívoros. Yo provengo del lobo, como se puede suponer, y tengo la capacidad de transformarme en un Lysthar, que traducido al idioma común sería un hombre lobo. Sin embargo aquella noche no pude controlar al monstruo que hay en mí y mi familia pagó las consecuencias. Ahora sé controlarlo y no he vuelto a transformarme desde entonces.

-Lo siento. Debe ser triste perder a los que quieres. Yo no sé lo que es eso porque, aparte de que no morimos a menudo, no tengo a nadie al que quiera.-si acaso las sacerdotisas estaban escuchando no le importaba. Ellas sabían perfectamente los sentimientos del joven guerrero.

-Puede que en la superficie encuentres la luz que bajo tierra no te llegaba.

-¿Era un chiste?

-A medias-Dorian sonrió.-Gracias por la compañía Sephirken. No me ha venido mal.

-Un placer… supongo.

-Venga, volvamos con los demás.

Sephirken se sentía extraño. Era la primera vez que alguien le daba las gracias y más extraño aún que no le dieran las gracias por utilizar su espada. Quizá sus maestros tenían razón, poseía una habilidad sin precedentes con las espadas pero no tenía madera para ser elfo oscuro. El hecho de que se encontrara más cómodo en la superficie y rodeado de gente no elfa que en su hogar ya era un tema preocupante. Se había decidido: ayudaría a sus nuevos compañeros en su misión, daba igual si no volvía al submundo. Si mandaban a alguien a por él ya puede ser el adecuado porque, al menos en este momento, Sephirken era el elfo oscuro más hábil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sé respetuoso con tus comentarios y, si realizas alguna crítica, que ésta sea constructiva.