Bienvenidos rondadores de las sombras de nuestros sueños.

Seguro que en este momento os estáis preguntando la finalidad de esta página.

Es sencillo, somos un grupo de soñadores que desean entretener al lector con sus historias y compartir sus mundos imaginarios con aquellos que deseen pasar un rato disfrutando de aventuras escritas por nosotros mismos.

Con la finalidad de pasarlo bien, os invitamos a que os adentréis a "Origen de la Realidad" y espero que nuestras historias te enganchen y nos veamos a menudo. Se bienvenido.

domingo, 11 de septiembre de 2011

La Compresión de Realidades-Cap.8:En marcha.

Entre las solitarias calles de una ciudad que parecía de otro tiempo, una figura caminaba lentamente agarrándose el costado. Albel no había salido muy bien parado de la batalla contra Skeith. Pensaba que ya sería lo suficientemente fuerte como para vencerle pero nada más lejos, parecía que por cada paso que daba Albel en su entrenamiento, Skeith daba otros dos. Siguió caminando entre los inmensos rascacielos de alguna ciudad de la Tierra, no había nadie por las calles, los edificios estaban derruidos, la Compresión había sido devastadora para la Tierra. Quién sabe qué habrá pasado en el resto de Ragnar. Todo era una locura, ciudades en ruinas fuera de su tiempo y espacio, en un yermo sin color, de repente bosques, de repente otra vez yermo y luego más ciudades o ruinas que no deberían estar.

Se detuvo en frente de uno de los edificios, lo que debía ser en su momento un bloque de apartamentos, y se adentró en él. Subió hasta el último piso y entró en uno de los apartamentos. Allí había cuatro jóvenes que se pusieron en guardia cuando al oírle, pero al reconocerle se relajaron.

-Deberías llamar antes de entrar, quién sabe lo que podríamos haberte hecho.-dijo uno de ellos.

-Veo que habéis usado la sala de entrenamiento que os presté, pero aún os falta para hacerme algo Chris.-Chris soltó una carcajada y volvió a sentarse. Chris era alto, con el pelo a media melena y liso, de color castaño. Iba ataviado con una americana negra, una camisa blanca y vaqueros y botas negras. Llevaba una katana en el cinturón aunque esa no era su mayor habilidad.-¿Has practicado las invocaciones?

-Claro, aunque de momento solo soy capaz de controlar una de ellas.-Chris se había convertido en invocador. Los invocadores, como su nombre indica, son capaces de invocar y controlar demonios y bestias de otros planos aunque requieren pactos o pruebas que las propias criaturas deciden, una vez pasadas, éstas están al servicio del invocador.

-¿Y tú Allan?-le preguntó al chico más cercano a él. Allan tenía el pelo rizado y castaño, media melena también. Vestía un chaleco sobre una camisa blanca, unos pantalones negros y botas altas de montar. Tenía colgada en su silla una especie de frac negro. Llevaba una espada ropera al cinto. Dominaba el uso de la energía anímica para incrementar sus atributos físicos, lo que le hacía el más rápido.

-Bien, aunque he aprendido que no hay que intentar atravesar paredes.-dijo mientras miraba a Xardin(era un mote ,todo hay que decirlo).

-A mí me parecía que te transportabas, sólo te dije que probaras-se burló mientras reía. Xardin era también alto, con el pelo ondulado y de color negro. Llevaba gafas, una chaqueta negra y unos vaqueros y deportivas. Estaba armado con dos pistolas. Su puntería era asombrosa.

-Yo te dije que no lo hicieras Allan.-el último joven, Rass, parecía el más sereno de todos. Llevaba gafas también, y vestía un tres cuartos y pantalones negros. Junto a él había una gran espada y también dominaba bastante bien los ataques elementales.

Albel estaba sorprendido de que estos chicos estuvieran tan tranquilos después de todo lo que habían pasado. Tras empezar la Compresión les salvó y les trajo aquí para que se entrenaran del mismo modo que lo hizo Neil, salvo que ellos han entrenado más tiempo, lo que les hizo cambiar bastante físicamente ya que en esa sala el tiempo pasa rápido también para los que están dentro. Albel también quiso salvar a Neil cuando estuvo en su instituto pero Rackzel no se lo permitió. Era una prueba para él.

-¿Cómo está Neil?-preguntó Rass.

-Está bien, va de camino a la ciudad de los enanos. Parece que los Demonios van a atacar allí primero, pero vosotros no iréis allí.

-¿Por qué?-quiso saber Chris-Somos lo suficientemente fuertes para ayudar.

-Lo sé, por eso quiero encargaros otra cosa, aunque puede ser muy peligroso sólo puedo contar con vosotros. Tengo ciertas sospechas sobre alguien y quiero asegurarme de que nada salga mal.

-¿Qué quieres que hagamos entonces?-preguntó Allan.

-Quiero que vayáis al Infierno.-todos estaban sorprendidos pero ninguno dijo nada.- Será una tarea peligrosa pero, ¿puedo pediros vuestra ayuda?

Tras contarles cuál era su plan accedieron a ayudar. Albel preparó el ritual que aprendió de su maestro para abrir un portal hacia el Infierno.

-Aunque Cielo e Infierno estaban aislados de los demás mundos, digamos que existen puertas traseras por las que se puede acceder a ellos. El Cielo no ha vuelto a dar señales de vida, pero el Infierno se ha servido de estas puertas para venir aquí o a la Tierra. De hecho un mago lo suficientemente habilidoso podría viajar entre planos si quisiera aunque sería una tarea peligrosa. Ahora que las puertas del Infierno están abiertas esto será mucho más fácil.

-Pero creía que estaba prohibido que otras razas accedieran a cualquiera de los dos, era parte de la tregua ,¿no?-preguntó Xardin.

-Lo que están haciendo los Demonios ahora también viola claramente la tregua. De todos modos yo soy un Demonio así que no estoy cometiendo ningún delito técnicamente.-dijo con una sonrisa que pretendía que fuera malévola.-Bien ya está. Recordad que allí impera la ley del más fuerte, no os dejéis amedrentar por nadie, tenéis nivel más que suficiente para sobrevivir allí. Mucha suerte chicos.-de un movimiento de mano un gran agujero apareció en mitad del apartamento.

Los cuatro jóvenes se miraron y después se volvieron hacia el agujero.

-¡En marcha!- dijo Allan y los cuatro entraron en el portal hacia el Infierno.

-Espero no haberme equivocado con vosotros- pensó Albel en voz alta mientras cerraba la puerta del apartamento.

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