Origen de la realidad. Capítulo 2.3 Vagar

Al final Erika consiguió articular el primer sonido desde que era un ente fantasmal.

-¿Hablas...hablas con...conmigo?

-Pues sí hablo con usted, aun así no quiero molestarla, pero… me parece raro que pueda verme.- El joven parecía confuso, y se esforzaba por buscar las palabras adecuadas.

-Y a mi me parece más extraño que puedas verme a mí… yo… yo….yo soy un fantasma.

-Mi querida y dulce dama, mucho me temo que esta situación es… un poco más complicada. Si fuerais un espectro, lo cierto, es que no costaría mucho resolver este embrollo, pero viendo lo que veo, me temo que ese no es el caso.

-¿Cómo que no es el caso? ¿Pero es qué no lo ves? ¡¡¡SOY UN FANTASMA!!!

Mientras a Erika le entraba un ataque de histeria el joven poso sus dedos sobre sus labios con un gesto protector que lleno a Erika de una calma y una paz que ya casi había olvidado que podía sentir.

-Creo que lo mejor es que le presente al resto de mis compañeros y le explique la situación paso a paso.

-¿Compañeros…?

El joven le ofreció su mano y ella con un gesto dubitativo la agarró y él la aferró con fuerza y decisión mientras le decía al oído:

-Mi nombre es Johnny y ¿el vuestro?

-Erikaaa…

Justo cuando ella comenzaba a pronunciar su nombre, Johnny tiró de ella grácilmente y ambos saltaron el muro y atravesaron a una velocidad de vértigo todo el recinto, que estaba formado por un gran edificio en el centro, y rodeado por pequeñas parcelas de vegetación. Bajo los pinos y robles se encontraban pequeños grupos de chavales hablando, riendo y disfrutando de su recreo. Tiró de ella hasta llegar a una zona muy alejada del recinto principal donde estaban colocados un grupo muy variopinto que, al ver a aparecer a Johnny, se levantaron en el acto. No tenían para nada pinta de estudiantes. Todos aparentaban rondar unos veinte años y emanaban una energía propia, inconfundible, tan poderosa que Erika pensaba que esa energía, podría hacer que se desintegrara en ese mismo instante.

Un joven vestía ropas similares a Johnny y su rostro era muy similar, pero sus ojos eran de un verde oliva anaranjado, parecía incluso más joven que Johnny y de él emanaba un aura de vitalismo radiante que llenaba de dinamismo su alrededor.

A su lado, se encontraba una mujer de facciones perfectas con un pelo azabache y unos ojos granate, sin demasiados ropajes, ya que su anatomía se adivinaba perfectamente entre su traje de cuero ajustado, con una media de rejilla a la altura del ombligo. Su estilizada cintura estaba rodeada por un cinturón de cuero que tenía sujetas dos katanas de gran longitud. Su mirada era fría y penetrante como el hielo, transmitía una sensación hostil, como un cazador a punto de saltar sobre su presa.

Al lado de ella, se encontraba un joven vestido con ropa, de la época del romanticismo, y su cara estaba cubierta por una bufanda oscura, que se encontraba enrollada por todo su cuerpo como cadenas que agarran a un preso. Su mirada era calculadora y al mismo tiempo atrayente, unos ojos azules propios de un vampiro que espera que su víctima se pierda en ellos para capturarla.

Más atrás, una mujer de piel azulada volvía a sentarse en el suelo, su piel estaba cubierta de destellos que al sol, daban la sensación de estar recubierta de escamas de diamantes. Llevaba un vestido de noche cubierto de lentejuelas azuladas y una melena de color turquesa, se descolgaba a ambos lados de su cabeza, en la cual, unos ojos inquisitorios miraban a la joven con aspecto interesado, curioso, calculando como podría obtener partido de la situación. Fue ella la primera en hablar:

-¿Quién es la recién llegada? un aperitivo supongo.